2001. El Lamento de Lilith. Lamento Cósmico.

"Lo último que recuerdo de aquél Mundo Perdido es haber bramado hasta que todo se volvió rojo en mi cabeza. Hasta que mi corazón perdió el sentido. Hasta que mis pies se cansaron de correr por los caminos del recuerdo.
Creo que grité hasta que reventaron mis oídos, hasta que me sangró el ombligo, hasta que se me partió la lengua en dos...Sin embargo, el cielo pareció no querer escucharme, y la tierra permaneció callada. En su silencio permanente, las piedras me mostraron el color de la pena.
No sé para qué nací con esta Voz si sólo he de asentir con ella. No sé para qué me llamaron a escena si mi papel era podrirme con todo mi esplendor a cuestas.
Me nombraron Diosa y me quisieron, mientras no soplara mi natural instinto sobre sus biblias.
Me regalaron el Paraíso para que lo contemplara con una sonrisa estúpida en la cara. Me hicieron hermosa para luego despreciar y demonizar mi belleza. Quisieron hacer desierto de mi carne, sumisión de mi sexo, silencio de mi conciencia.
Pero yo no muero porque soy Infinita.
He cavado mi madriguera en las profundidades del Alma Femenina...Como ya no tengo dirección conocida, ni altar en ninguna parte, Uds. ahora son mi hogar, mi refugio último e inexpugnable. Ahí dentro he sobrevivido silenciosa y protegida por cada mujer que ha nacido después de mi en el Tiempo. Hemos formado una preciosa cadena...
Recuerdo,
sacudida por la incontenible sorpresa del abandono, como recogí mis dominios celestes y me hundí con todas mis energías en el más profundo silencio. Ahora, la tierra la compartimos a escondidas, desde el lugar en que todas somos hermanas.
En alguna parte del cuento quise amar y ser amada. Y de verdad, hice mi mejor esfuerzo...
"Está bien", le dije, "corramos por los campos y bebamos del manantial cuando nos acaloremos. Pero si vamos a estar juntos, construyamos algo en verdad bueno. Entreguémonos mutuamente sin miedos ni desconfianzas. Lleguemos hasta el final del camino con el pecho abierto y el corazón en la mano"...Pero él se asustó de mis palabras. No quería perder conmigo algo que él nunca supo cómo definir...Quiso seguir jugando a las escondidas para siempre: a esconder su verdadero rostro de mi. Quiso seguir siendo el hijo disperso de su dios cómodamente instalado en mis espaldas. Y se olvidó rápidamente de mi...Huyó de mi con su rostro desfigurado...Me olvidó...


Yo misma.